domingo, 15 de noviembre de 2009

EA XI: Fragmentos

-Te amo- solté así... sin pensarlo una vez más. Besé su frente mientras se hacía la dormida. Mi brazo rodeó su cintura.

La noche era hermosa; había llovido toda la tarde y se sentía aún el fresco olor de la tierra mojada. El vidrio empañado de la ventana apenas dibujaba las siluetas de los edificios y las luces cegadoras de los autos atorados en el embotellamiento de la gran ciudad. Estábamos acurrucados en la parte de atrás de un autobus y aún faltaba un largo trayecto.

Ella inmutable. Ya fuera por el calor de las copas o por el cansancio no reaccionó ante mi declaración, que más que una afirmación fue un gruñido. Simplemente se acurrucó más entre mis brazos. Me sentía en la gloria: la primera vez que decía esa frase y no era rechazado al momento. Estaba progresando o quizas simplemente estaba dormida en verdad...

Sin embargo, aunque así hubiera sido en más de una ocación lo dije abiertamente. “Te amo” se volvió una frase un tanto recurrente -aunque sin perder su frescura- en esos momentos claves donde ambos nos quedábamos solos. Ya fuera porque ambos hubiéremos llegado temprano al curso, porque pasaba por ella a la puerta de su casa o la regresaba sana y salva. A un principio ella no contestaba nada o cambiaba rápidamente de tema. Yo -pobre iluso- pensaba que era porque la había dejado sin palabras. Incluso llegué a ver señales donde no las había; ver frondosos bosques donde solo había un desierto.

Y es exactamente lo que me hubiera convenido poder hacer. Luego de una breve inspección a mi cuerpo maltrecho que confirmó que aún estaba en una pieza, levanté un poco la cabeza de mi camastro para ver a través de la ventana. Nada me hubiera preparado para aquel paisaje nunca antes visto, con un halo sobrenatural: un pueblo erigido en su totalidad justo en la mitad del desierto, como si lo hubieran transportado de donde se encontraba originalmente con una grua descomunal. Cabañas de madera y techos de paja le daban un toque sobre natural a las calles de piedra labrada. Después de todo... ¿Cuantas veces se ha visto una civilización florecer de la nada en un lugar tan inhóspito?

Mi asombro no se redujo únicamente al exterior. En el interior casi todo estaba hecho de madera; desde un viejo mueble con herramientas hasta la puerta con sus goznes de acero. A los pies del camastro había un balde lleno de sanguijuelas; a simple vista se veían asquerosamente infladas, casi reventando de lo que podría ser mi propia sangre. Todo iluminado con la tenue luz de una lámpara de petróleo.

De pronto una ráfaga de aire helado azotó los vidrios de las ventanas haciéndolas añicos y derribando algunos libros de su estante. Un estallido de luz blanca, como si alguien hubiera lanzado una vengala al cielo y el pregón de un hombre que recorría las calles haciendo sonar una campana.

-¡Vienen los licanos, todos a sus puestos!... Mujeres y niños a los sótanos, hombres tomen las armas.

Un hombre de unos 40 años abrió la puerta estrepitósamente. Entró jadeando, con la cara roja de esfuerzo y una antorcha encendida en la mano.

-¡Justo a tiempo!... pensé que te tendría que cargar al refugio...- Me pasó la antorcha.
-¿Donde estoy, que pasa?- Pregunté asombrado y aterrado.
-¡Son esas bestias endemoniadas!... ¡Espero que sepas manejar un arma!... ayúdame a bajar esto.

Señaló una pequeña pieza de artillería, algo similar a un mortero. Nos lo echamos al hombro y aún el peso repartido era descomunal. Sudé como nunca por el esfuerzo y por el calor de la llama.

-¿Te gusta?...-preguntó jadeando mientras bajábamos por unas escaleras.
-Pero... ¿Cómo lo obtuvo?...-Pregunté mientras la colocábamos trabajosamente en el dintel de la puerta.
-Haces muchas preguntas... Yo soy el que te debería de preguntar qué hacías vagando en el desierto...

Ni yo mismo supe que contestar. Justo cuando le iba a contar la historia cruzó una bestia cuadrúpeda y peluda, como un lobo algo más grande de lo normal, cruzando como vólido las calles. Sus gruñidos razgaban el viento helado de aquella noche.

-Sólo destapas un poco de pólvora, no demasiada o podríamos volar en pedazos...

Sir aldous mordió un envoltorio de papel que sacó del interior de su abrigo, y vació unos 20 gramos en la recámara principal del cañón.

-Ahora lo comprimes muy bien en el fondo y colocas la bala...- Con un palo de madera con un harapo en la punta retacó muy bien la pólvora.

Una de esas bestias detuvo de su carrera endemoniada justo a unos metros de nosotros. Olfateó hacia nuestra dirección. Avanzó lentamente mostrando siempre sus enormes y amarillentos colmillos. Un rugido sordo y grave se dejaba escuchar entre sus respiraciones. Sus ojos brillaban con un tono amarillento casi sobrenatural ante la llama de la antorcha que sostenía mi temblorosa mano.

-Ahora, sin hacer mucho ruído... prendes la mecha- Con suma cautela acerqué la flama a un trozo de cuerda embarrada con cera que colgaba a un costado del cañón.

El animal se lanzó en el aire y fue abrúptamente interceptado por el proyectil. Un zumbido en los oídos y cuando se disipó un poco la humareda de la pólvora, pude ver a aquella bestia en el suelo, con un charco de sangre y piel quemada en donde antes estaba su amenazador hocico.

-Jajajajaja... -rió estrepitosamente Sir Durrenmatt -no sé porque matar a estas bestias me hace sentir más joven... Apuesto a que es la primera vez que matas algo, ¿No?...

Por mi perpleja cara pudo adivinar la verdad. Extravié la mirada en aquella masa sanguinolenta un instante que me pareció eterno. Había una delgada línea que ni yo mismo sabía si había cruzado o no. Una línea con la que imaginaríamente delimitaba el verbo “asesinar”. Según yo, y hasta ese momento, el acto de aplastar a un insecto o echar insecticida a un nido de cucarachas no era considerado asesinato por ser esos pequeños bichos considerados una plaga. Pero hablábamos de palabras mayores. Un animal cuyo nombre ni siquiera sabía -y que hasta cierto punto dudaba de su existencia-, había terminado abruptamente sus días ante un proyectil que yo mismo disparé. Desvié la mirada, no tanto para no observar más la escena del crimen, si no para intentar recordar más detalles de mi relación con “ella”. Justo cuando logré evocar de nuevo aquella noche, que para mi nunca terminó del todo, cuando el tronar de los cañonazos vecinos me despertó del ensimismamiento.

-No, yo nunca había...
Él ni siquiera me escuchó. Ante mi silencio se adelantó a llevar el cadaver al interior de la choza.

-Mañana tendremos un magnífico desayuno, vas a ver las maravillas hace mi esposa con la carne de licano.
-¿Carne de qué?...
-Licano, hijo, les decimos licanos porque a veces les da por caminar en 2 patas, son contados e incluso se dice que durante luna llena pueden cobrar conciencia de si mismos y blandir armas con pulgares de plata que se desvanecen al amanecer... no estás poniendo atención a lo que te digo, ¿Verdad?
-No, si lo atiendo... se deben ver enormes así, ¿No?...

De pronto se sintió un frío sepulcral. Una neblina comenzó a nublar todo al punto en el que dificilmente se veía lo que se tenía a un palmo de distancia. La llama de la antorcha amenazó con extinguirse. Muchos salimos a la calle principal del pueblo. Los pocos que llevaban lámparas de aceite portátiles pudieron ver en el cielo tres manchas girando en círculos que a un principio fueron apenas perceptibles, danzando en lo alto. Poco a poco se hicieron más grandes mientras bajaban y el frío se hizo más intenso. Casi todas las llamas se habían extinguido cuando aquellas conocidas creaturas tocaron el suelo con sus patas de chacal. Blandiendo guadañas y cada uno arrastrando un juego de cadenas, como con el que me habían inmovilizado enmedio de la nada.

-¿Lo ves?... no es una leyenda...
-Pero no es luna llena... además... -mumuré.

No era momento de discutir las marcadas diferencias anatómicas entre un híbrido de chacal y un enorme pariente del lobo. Lo apremiante era cerrar la puerta y defender la casa o intentar huir, porque estaba seguro de que venían por mi.

-¡Rápido, pásame la antorcha!

Sin titubear se la di y él se adelantó y se puso entre el hombre chacal y yo.

-Pater Noster, qui es in caelis, sanctificétur nomen Tuum...- Comenzó a rezar, con voz autoritaria Sir Aldous mientras dibujaba cruces con la antorcha en el aire.

La creatura se levantó la capucha mostrando su rostro llagado para apagar la linterna con un sonoro rugido que cortó la oración de tajo.

Sin embargo no retrocedío, cosa de gran admiración, y con la voz un poco temblorosa sacó un pequeño crucifijo que usaba en una cadena de oro y lo agitó rítmicamente ante aquel monstrouso ser que le sacaba al menos 60 centímetros de estatura.

-Adveniat Regnum Tuum, fiat volúntas tua, sicut in caelo et in te...

Con un silbido se había interrumpido de nuevo su voz. Esta vez nos habían rodeado los 3 y otro de ellos cortó con un certero golpe de guadaña la cadenita que sostenía el crucifijo. A un principio creí que le había cortado la mano.

-¡Noooooo!... ¡Maldito fenómeno!...

Sin medir las consecuencias de desventaja que mi baja estatura me imponía, corrí intempestibamente hacia el que había ejecutado el corte. Por alguna extraña razón tenía un cuchillo que no recordaba en la mano. Lo enterré en el muslo con todas mis fuerzas.

La bestia gruñó de dolor intenso dejando caer su guadaña para desenterrar el cuchillo. Los otros 2 también soltaron sus armas y comenzaron a beber de la herida, primero alternadamente y lamiendo obsenamente la sangre al mismo tiempo mientras el herido yacía en el suelo, con cara de extasis. Un espectáculo grotesco que quedaría en la memoria de todos los que lo presenciaron a la media luz de unas lámparas agonizantes.

En un acto que nadie esperaba, uno de ellos tomó la guadaña y decapitó al caído. Se regocijó en la sangre que brotó como fuente hasta saciar su sed. Entonces junto con su compañero empezaron a comer a mordiscos y sin pudor el cadaver en una orgía de sangre, hasta que se cansaron y tal como habían llegado se fueron: tomaron sus armas del suelo, dieron un salto y se desvanecieron en el cielo dando vueltas en sentido antihorario, llevándose la niebla con ellos y dejando atrás algunos restos de su congenere.

La escena permanecería en la memoria colectiva de la comunidad, de alguna manera casi genética; cuando los nietos de Aldous aún se despertaran a plena noche gritando la invasión de unos monstruos que se comían a propios heridos, él todavía sudaba frío mientras intentaba consolarlos, ante el recuerdo de aquél crucifijo del que solo guardó un fragmento...

domingo, 27 de septiembre de 2009

EA X: El renacimiento de los recuerdo


-Dime... ¿Recuerdas la primera vez que te enamoraste?...
Fue su voz que retumbaba en mi mente lo que me sacó del limbo en el que estaba. Los días habían sido confusos, cada uno idéntico al anterior: un intenso dolor en todo el cuerpo cada que recuperaba la conciencia. Un cuarto de hospital -a veces níveo, esteril y con olor a formol; a veces el olvidado cuarto de algún barbero y sus menjurges- se entreveía cada que abría los ojos.
-Fue muy grato ¿No es cierto?... todos recordamos ese momento en la vida y el rostro nos irradía una luz de naturaleza casi sagrada... sale lo mejor de nosotros como una fuente...
Sí, pero más bien una sonrisa amarga y a medio dibujar se dibujó en mis labios partidos. Era yo a penas un crío, es cierto, lo recuerdo muy bien. Estábamos en el colegio y ella se sentaba en el pupitre de a lado en casi todas las clases.

Era una bendición sentarme a su lado; ella tan fresca, tan radiante y tan ignorante de mi pueril devoción. Al principio no sabía ni mi nombre, pero eventualmente nos hicimos grandes amigos y pasábamos la hora del receso juntos.

-...Y sin embargo ¿Qué sucedió cuando le dijiste la verdad que guardaba tu corazón?...

Apreté más los ojos y los labios cerrados lanzando un quejido sordo. Sentí como si me hubiera vuelto a romper el corazón. Habían pasado casi 10 años desde aquella tarde, pero la recordaba como si acabara de pasar.

Fue precisamente el último día de clases. La canícula había terminado y disfrutábamos de la frescura del pasto del patio principal. En toda mi inocencia -y siguiendo viejos clichès- había metido de contrabando una rosa a mi mochila y tenía pensado entregársela junto con una carta -mal escrita, pero sincera- a la hora de la salida.

Así me le quedé viendo a sus dulcísimos ojos, la tomé de las manos un segundo y con media voz le dije tímidamente:

-Este... te escribí algo... toma...

Temblando y con las manos sudorosas entrebusqué en mi mochila la rosa y la carta para dársela. Para sorpresa mía ambas se habían maltratado un poco.

-¿Qué es?... apúrate que tengo que irme...

Sonó el claxon de un auto desde el estacionamiento y pude escuchar claramente como una señora -probablemente su madre- gritaba su nombre.

Apresuradamente le di ambos presentes y aún temblando nos despedimos; ella aún con su cara de sorpresa y yo con mi cara de ausente. Sólo que ninguno de los dos sabía que sería para siempre. Se mudaron y jamás volví a saber de ella de nuevo.

-Seguramente te preguntarás que hubiera pasado... es natural para las historias que no concluyen como uno quisiera. Sin embargo eso ya pasó y después de ella hubieron muchas más... ¿O me equivoco?- No me gustó el tono de su “voz”, que se había tornado francamente burlona.
Tristemente no se equivocaba. Ella tan sólo había sido la primera de muchas. Cada ciclo escolar me inscribían a un nuevo grupo, lo que significaba que conocería nuevos compañeros, nuevas chicas y por supuesto: nuevos dolores.

Simplemente no lo podía controlar. Era demasiado sensible, demasiado infantil. Según yo recuerdo la apariencia nunca me importó demasiado: me enamoraba lo mismo de altas, bajitas, de éxoticas bellezas que de futuras super modelos. No... nada de eso importaba; yo siempre me fijé en su alma, en su ser. Tendrían que tener un “algo” que las diferenciara del montón. Algo que no lograba comprender del todo y que quizás era la raíz de todos estos problemas.

-Así que no te fijabas en la apariencia... ¿eh?... -soltó una carcajada burlona-¿Entonces porque me dedicabas poesías tan barrocas, donde exaltabas tanto mi belleza?-

No supe que responder al momento, simplemente me quedé callado en medio de la nada donde flotaba. Una vez más con los ojos cerrados y abandonado a mi destino en una desconocida y mullida cama. El penetrante olor del vinagre me hacía seguir conciente.

Intenté entonces recordar como había empezado todo con “ella” en específico. A pesar de que era relativamente reciente se me escapaban los detalles como el agua entre las manos del sediento.

Habían sucedido 2 años antes de que me internara. Habíamos tomado un curso juntos, yo me había quedado prendado de ella desde el primer momento. Su mirada enmarcada por esos lentes que le daban un marcado aire intelectual me habían atrapado.

Podía recordar la tarde en la que eché todo a perder. Estábamos en su casa, misteriosamente solos; pues había que estudiar para un examen al día siguiente. Entonces yo le pregunté.

-¿Qué harías si yo te robara un beso?- Interrumpiendo la concentración en un problema típico de la geometría analítica.

-Hay cosas que no se piden; simplemente se toman- Me dijo ella con un aire misterioso.

Seguimos estudiando hasta altas horas de la noche sobre el mismo tema. Ya cansados y hartos descansamos un poco en el sofá de su casa. Ella se acurrucó en mis brazos -o mejor dicho, no opuso resistencia cuando rodee su cintura- y nos quedamos en silencio, en parte por el sueño conjugado con el cansancio de ambos. Entonces aproveché para probar sus labios por vez primera... para probar unos labios por vez primera.

Fue sólo un instante. Evidentemente no lo esperaba y no reaccionó a tiempo. Quizás si no hubiera tenido los ojos parcialmente cerrados me hubiera rechazado en cuanto me acercara a una distancia incómoda.

Cuando nos separamos solté absolutamente todo lo que tenía dentro de mí: lo mucho que me gustaba, lo mucho que me importaba, lo seguro que me sentía con ella y culminé diciendo también mi primer “te amo”... el primero ante su atónita mirada.

No recuerdo mucho de lo sucedido aquella noche, pero de lo que si estoy bien seguro fue que me hizo jurarle que no le contaría nada a nadie y que volvería a casa cargando la enorme lozeta de la derrota en mis espaldas bajo la tormenta de una media noche que para mí nunca terminó. Una media noche intranquila y de agridulce sabor. La felicidad de haberme entregado en un beso, aunque fuese robado; y la amargura de que no volvería a suceder.

-Bien que te acuerdas...- suspiró de modo despectivo, como con lástima- Pero efectivamente hay cosas que no se piden... solo se toman...

-Toma mi mano... está despertando- Escuché una voz de mujer que me hizo abrir los ojos.

A la que le estaba tomando la voz era una mujer con un vestido largo y rojo como de terciopelo, con un corset verde amarrado con hilos dorados que hacían juego con su cabellera. Sus ojos verdes reflejaron la alegría de alguien que ha visto a un muerto resucitar.

Me sentía debil y adolorido, pero de todas formas me senté. Tenía el torso desnudo y lleno de cicatrices de quemaduras, al igual que los brazos.

-¿Qué hago aquí?... ¿Sigo en la clínica?
-Estáis en la posada de Sir Aldous-Dürrenmatt, el barbero del pueblo... Yo soy la enfermera encargada de cuidarte.
-¿Puedo preguntarle donde estamos?... ¿Geográficamente?
-¿De que hablaís?... No entiendo... pero llamaré a Aldous, mi esposo, seguramente el podrá responder a vuestra pregunta, con vuestro permiso- hizo una pequeña reverencia, se dio media vuelta y salió de la habitación.

Seguí intentando recordar lo que sucedió después. Eventualmente mi relación con ella fue decayendo; la frustración de no tenerla contribuyó, pero ella le dio la puñalada final. De tener una sólida amistad, pasamos a una lucha cada que nos veíamos. Ella me trataba como la punta del pie y yo seguía con mis patéticos intentos de regresarla a mi lado.

Sí... así empezó todo. Luego caí en una honda depresión y me hundí en mi propia miseria; dejé de creer en mi mismo, carecía de motivación y casi abandono la facultad en la que obtenía pésimos resultados.
Entonces, sólo cuando toqué fondo fue que busqué ayuda... sólo cuando me vi quemando basura a fuera de un bar decidí rescatarme a mi mismo. Es gracioso como la esperanza siempre se queda al fondo de la caja de pandora.

EA IX: Terceras personas

-Pájaros a 50 pies, justo frente a nosotros. ¡Prepara el arpón!- gritó el capitan.
-Sí, señor- respondió Jack, uno de los soldados más hábiles de su tropa

Iban a caballo 2 hombres uniformados y con un mosquetón en la espalda, lidereando a un pequeño regimiento de una decena de hombres que cruzaban el desierto buscando a otros de sus hombres que llevaban un par de días de retraso.

Todos pararon en seco. De la carreta sacaron un pesado artefacto de acero. Pusieron el tripie en la arena; austaron el ángulo de disparo, retacaron el cañon de pólvora, pusieron una mecha e insertaron un harpón.

-Harpón listo

El capitan bajó de su caballo y sacó un poco de rapé que llevaba consigo. Llevaban todo el día en la misión de búsqueda y llevar comida de vuelta a la base valía mucho más que completar una simple misión de rutina.

La torreta medía un poco más de metro y medio y era lo último en tecnología militar. Desde luego era experimental: muchos desconfiaban del uso de la pólvora por sus orígenes más bien arcanos. Sin embargo Jack sabía usarla a la perfección, pues él mismo había ayudado a diseñarla, así que alineó la mira con una de las aves y con un sonoro y certero disparo la derribó del aire, enganchándola.

-¡Blanco afirmativo! ¡Denle vueltas a la manivela.

Tres hombres le dieron vuelta a la manivela que enrollaba la soga a un cilindro de acero, arrastrando al ave hacia ellos.
El capitan subió a la carreta por unos binoculares para observar los alrededores. No tanto porque
buscara algo en particular, si no porque no había nada mejor que hacer. Nada en el horizonte, excepto
arena y cactus ya que las otras aves de la parvada se habían ahuyentado.

-Listo señor, pero no va a creer...-Jack se quedó mudo a media frase señalando el cadaver aún enganchado en la arena.
-¿Qué tiene de extraordinario?-El capitán escupió al suelo y se aproximó al pájaro.

Con casi 2 metros de envergadura, un plumaje exclusivamente negro, patas negras y escamosas no
había poca cosa de la cual sorprenderse. Pero desde que llegaron a aquél lugar hacía 10 años ya se
habían acostumbrado bastante al tipo de flora y fauna fantástica que los rodeaba. Lo realmente
preocupante era lo que llevaba dentro del dentado pico, salpicado de sangre: nada más y nada menos
que un dedo humano.

-¡Por todos los demonios...! ¡Suban a los caballos!... Vamos ahora mismo... Quizas sea...

Guardaron prontamente el cañón en la carreta, montaron sus caballos y arrancaron a la zona donde sobrevolaba la parvada. Bajaron a revisar y detras de unas piedras encontraron más restos humanos y algunas de sus pertenencias.

-Tal como me lo temía, soldado... es la compañía que enviamos a explorar el mes pasado. Mira...


Le pasó a Jack un casco que en efecto, tenía el escudo de armas de su antiguo reino. También regadas a su alrededor provisiones: zurrones, paquetes de pólvora, algunas armas regadas y algunos de esos bastones misteriosos que habían encontrado en las ruinas donde fundaron su pueblo.

-Creo que podríamos usar algo de esto. Lleve todo lo que sirva a la carreta... traiga una pala para enterrar lo que queda de estos pobres bastardos.

Revisaron todo. Hallaron alguno de comida caducada y maloliente. Lo realmente misterioso fue encontrar las cantimploras casi intactas.

-Pues de sed no murieron, señor... las provisiones de agua son abundantes- Le dijo uno de sus hombres, pasándole una bota totalmente llena.
-¿Qué demonios pasó entonces?...-Se preguntó horrorizado el capitan mientras paseaba sus impacientes
dedos entre su desaliñada barba.
-Hay cosas que es mejor no preguntarse, señor...-Respondió otro, quitándose el casco en señal de respeto y persinándose.

Empacaron munición, el agua y los bastones. A unos cuantos pasos cavaron un hoyo lo suficientemente
profundo para que sirviera de fosa común y depositaron los restos. Dejaron simbólicamente los mosquetones a medio enterrar a la cabeza de la tumba coronados por los cascos que encontraron.

Estaban a punto de subirse de vuelta al camión cuando el capitán notó que algo se movía.

-¿Ves eso de allá?-Un soldado le señaló a Jack un montículo de arena-¡Se acaba de mover!

Fueron a ver y efectivamente encontraron un hombre aún con vida parcialmente enterrado en la arena.

-Aún respira, pero tiene graves quemaduras en todo el cuerpo... vamos a llevarlo a la enfermería.

Entre los 2 subieron a aquél hombre inconciente a la carreta, acomodándolo en la parte de atrás junto al
ave. Efectivamente estaba horriblemente quemado por el sol, como si hubiera pasado días enteros a la
interperie. Su torso desnudo estaba lleno de sangre, tenía un improvisado torniquete en el brazo y unos
vendajes en la frente.
Llegaron en unos cuantos minutos de vuelta a la base

-Bienvenido, Capitan Berg- El soldado que cuidaba la entrada se retiró de su emposte para que pasara la compañía.
-Tenemos un hombre herido, avisa a la posada de Dürrenmatt...-respondió un cadete que estaba en la carreta.
-Sí señor- hizo un saludo marcial y corrió a la enfermería

La base en sí era un auténtico prodigio. Había en total 4 guarniciones con una pequeña torre de vigilancia cada una para proteger a la incipiente cuidad de cualquier ataque. Cada una contaba también con una pequeña armería y un hospital en sus facilidades.
Al llegar a la posada, el capitan Berg y Jack bajaron a aquel hombre en una improvisada camilla que hicieron con el techo de la carreta y fueron directamente con Sir Aldous; el barbero del pueblo, quien lo recibió de inmediato.


-Inconciente, respira lento... tiene quemaduras graves en todo el cuerpo, ha perdido muchos liquidos- removió el trapo de su brazo- herida infectada en el codo derecho... ¿Dónde lo han encontrado?- Preguntó Dürrenmatt luego de un vistazo inicial.
-A unos 20 kilómetros al norte de aquí... -contestó Jack.
-¿Tienen idea de quien pudiera ser?- preguntó mientras le pasaba un trapo empapado en vinagre por las heridas a aquel hombre-

Ambos hombres negaron con la cabeza. Fuera quien fuera sentían realmente pena por él.

jueves, 25 de junio de 2009

EA VIII: Un duro despertar


-Las cadenas de la esclavitud atan sólo las manos...
Proverbio alemán.


Para cuando volví a abrir los ojos, el fuego que había encendido aquél hombre chacal estaba a punto de extinguirse. Aunque me dio tiempo suficiente para contemplar mi situación: Atado por las cadenas con los brazos en la espalda y las piernas dobladas en cruz hacia atras, tirado en la arena de algún lugar aún desconocido.


¡Arena!, con fortuna sería una playa. Sí, tendría que haber gente en la playa que me ayudara si quiera a saber en donde me encontraba. Sólo debía esperar al amanecer para que alguien me rescatara... pero... también quedaba la aterradora posibilidad que estuviera en medio del desierto... Justo cuando meditaba que hacer en el peor escenario, las llamas consumieron lo último que quedaba del combustible que les daba vida y me dejaron de nuevo en las tinieblas más inescrutables.


-A veces necesitas cerrar los ojos para observar mejor las cosas...
-¡A veces deberías callarte y prestarme un poco de ayuda!- Le respondí rabiosamente.


Las ataduras y los calambres que provocaban habían terminado con lo poco que quedaba de mi paciencia.


-¡Malo!... Una que intenta ayudarte y así me pagas... Pero bueno, si eso es lo que quieres, me callaré-
-No... no quise decir eso, espera... lo siento...
-A ver como te las arreglas solo... Volveré cuando te hayas puesto de pie... ¡Vuélveme a hablar así y ni de chiste regreso!


Ahora sí que estaba perdido. Había ahuyendtado a la única “persona” que me podía ayudar a salir de ahí. Sólo quedaba forcejear con lo que me quedaba de fuerza.


-Tranquilo, hombre... haz salido de peores- Me dije a mi mismo, para recuperar el ánimo.


Salido de peores... Si ni siquiera había podido dejar el vicio del enamoramiento atrás. Aún atado en esa posición, girando sobre mis costados de un lado a otro, no dejaba de pensar en la ridícula idea de que un día regresaría a un hogar con una esposa y unos hijos en una familia funcional. Sí, ese era mi sueño más sincero e iluso. Conocer a una mujer tanto como para amarla y que ella me amara de vuelta, desear su compañía a todo momento y que ella me correspondiera; era tan irrisorio como la idea de que pondría de pie sin ayuda...


-¡Pero de que se puede se puede!- Grité.


Forcejeé con más rabia, girando ahora solamente sobre mi costado derecho. Las cadenas se me enterraban en la piel haciéndome daño, pero poco me importó. Seguí rodando hasta que topé con una roca que me golpeó en la cabeza y comencé a sangrar de inmediato.
-¡Eso es todo!- Grité lleno de un loco entusiasmo y con la cara empapada de una sangre que ya podía saborear.


Hallar la posición adecuada para hacer fricción entre la porción de cadena que detenía mi codo derecho y una superficie filosa de la roca fue un infierno, casi pierdo la razón haciéndolo a ciegas y con una limitadísima movilidad. Pero al fin comencé a frotar la cadena con una desesperación imperiosa.
Jamás harás nada de tu vida... Eres un mantenido... Eres flojo, te falta actitud, te falta caracter... Te falta crecer, te falta madurar... Eres un maldito enano, eres feo como moler a golpes a una anciana...


Recordaba todas las cosas negativas que la gente alguna vez había dicho de mí. Eso sirvió de combustible para no caer inconciente.


-Les voy a demostrar quien soy... a todos ustedes...- Repetía mentalmente con los ojos cerrados, porque la sangre ya no me permitía abrirlos.


Tallé y tallé mi costado con escuchando el rítmico rechinar del metal contra la piedra. Una y otra vez, hasta que finalmente cedió y cortó algo de la carne de mi brazo que de por si había perdido algo con la fricción entra ambos objetos.


-Sólo... un poco... más... ya va a amanecer...


Efectivamente, para cuando dí el tirón que me liberó de mis cadenas, los rayos de un sol ya se asomaban por el horizonte. Temblando de frío, debilidad y entumecimiento me puse de pie con dificultad extrema.


Me limpié la cara con los jirones que quedaban de mi camisa. El brazo derecho estaba bañado en sangre también y resultaba una tortura doblarlo. Tenía la frente totalmente abierta, inumerables raspones y cortadas en todo el cuerpo, pero sobretodo el brazo derecho; el codo estaba practicamente deshecho.


Como pude improvisé un torniquete con los mismos jirones para mi brazo y unas vendas para mi frente. Había perdido mucha sangre; el lugar estaba empapado y me sentía muy debil... sobre todo hambriento.


Maldición... ¿Porque me habían dado también la necesidad de comer en esta experiencia?... Mi estómago rugía y se movía de un lado a otro. Pronto lo congeló de un tajo el pánico.
Por fin había amanecido del todo y para mi horror el lugar donde me encontraba distaba mucho de ser una playa. La roca que me había liberado medía al menos unos cinco metros y era la más pequeña de una serie de peñascos y a unos pasos estaba la desoladora figura de un cactus.


-¡¡NO!!... ¿A QUÉ MALDITO LUGAR ME HAS TRAÍDO?- Me desplomé a llorar en plena arena.


-Conserva la calma... este lugar es un poco más de lo que crees...


Ya no respondí nada y me refugié del sol bajo la sombra de mi roca salvadora. Si las heridas o el hambre no acababan conmigo, lo haría la sed que ya comenzaba a sentir. Supe que era el fin cuando un par de enormes buitres sobrevolaron a unos metros de mi cabeza; el olor a sangre los había atraído.


Pero no eran buitres normales. Eran unas aves descomunales de al menos 2 metros de envergadura, batían sus alas rodéandome y de cuando en cuando bajaban un poco la altura, como revisando cuanto me quedaba de vida.


Súbitamente cambiaron de dirección, atraídos por un cadaver en la cercanía que no había notado hasta ese momento. Parecía muerto recientemente; estaba tirado, con la cara en la arena. Llevaba un bastón de madera y un zurrón raído de cuero como únicas pertenencias. ¡Eso era!, quizás podrían resultar de ultilidad, si aquellas bestias me dejaban acercarme lo suficiente.


Observé pacientemente como devoraron sin piedad al pobre difunto. Desarticulándolo con el pico, arrancando jirones de carne de su cuerpo, dejando solo los huesos que no podían triturar. Partieron con los picos y el plumaje aún manchados de sangre que hacían juego con sus ojos color escarlata.


La escena me repugnó. Estaba ante los huesos sanguinolentos de un muerto. Había ya visto suficiente horror en las últimas horas, pero nada me había preparado para mover los restos óseos y hacerme del equipaje. Con todo respeto y cuidado los aparté y me adueñé de las cosas, que por fortuna habían dejado casi intactas aquellas aves.


Tomé el bastón y arrastré el zurrón a la sombra que me proporcionó un peñasco. Cuando vi su contenido casi estallo de alegría: Una bota llena de líquido, un misterioso trozo de tela amarrado con cuerda y escurriendo grasa, y un cuchillo de combate. Comprobé que el contenido de la bota era agua derramando unas gotas y le di un sorbo; el agua estaba caliente y me raspó un poco la garganta, pues llevaba algunas horas al sol, pero al menos calmó un poco la sed. Con el cuchillo rompí los nudos de la soga y desenvolví un trozo de carne seca y putrefacta de la servillera.
-Peor es nada... no me voy a poner a mordisquear los huesos- me dije mientras examinaba la carne


Era una especie de carne en conserva, aunque parecía en mal estado. El olor picaba la nariz de tan ácido y se deshacía en jirones al intentar usar el cuchillo como tenedor, así que tuve que usar las manos. El tacto era aún más horrible; los dedos se hundían en la carne como si fuera de algún tipo de plastilina. Finalmente le di una mordida y me lo pasé sin saborear.


En la boca me quedó un sabor ácido como ninguno que hubiera probado antes. El estómago me empezó a revolver y el dolor me puso de rodillas.


-No... no otra vez...-suspiré con las manos en el estómago.
-Resiste...


Volví a vaciar el estómago de un solo golpe, la vista se me nubló, caí al suelo aún abrazando mi estómago. Estaba seguro que los buitres volverían en cualquier momento...

domingo, 3 de mayo de 2009

EA VII: Indigno de todos los placeres

-¡Venga... sólo tú puedes despejar esta oscuridad!... Yo sólo puedo ser tu guía en este viaje...

Sentí su voz, de nuevo dentro de mí; me preguntaba como responderle, cuando el lider de aquellas bestias tronó los dedos y de la nada, salió un fuego que alumbró a todos a su alredededor. Mis captores dejaron sus guadañas en el piso, al rededor de mí y se arrodillaron formando un semicírculo al rededor de mí, a la espectativa de lo que había salido de la colosal grieta.

Aquellas creaturas no sólo tenían jirones de piel quemada en todo su rostro, sino que también tenían rasgos bestiales fuertemente marcados, como de chacal; orejas puntiagudas y raídas, llenas de perforaciones. Gruñían cada vez que exhalaban con ese fétido aliento... siempre a la espectativa, siempre escrutando sus presas, como aguardando al momento en que murieran para aprovechar su carroña...

Sin embargo, lo más horripilante fue la bestia que salió de la tierra; era desquiciantemente asquerosa en todo sentido. De unos 10 metros de altura; una masa biológica que parecía más un fractal de tentáculos y ojos. Amenazante como pocas cosas en la vida. El retumbar de la tierra continuaba a la vez que la cosa "respiraba" y jadeaba trabajosamente a través de unos agujeros enormes en medio de su "cara", por los que ocacionalmente escurría algo de baba.

Mis captores se pusieron de rodillas, con visible pánico, susurrando cánticos profanos. No entendía nada de su lenguaje arcano, pero se notaba bastante angustia en sus gruñidos a penas articulados y repetitivos.

De pronto, desplegó cinco de sus temibles tentáculos y enrolló a cada uno de los hombres-chacal. Los levantó un rato en el aire, mientras jadeaba más rápido. Justo en medio de su ser abrió unas enormes fauces, devorando a cada uno de ellos. Era horrible; dos pares de mandíbulas enteramente llenas de filosísimos y finos dientes se encargaban de desmembrar uno por uno a aquellos seres, ante los ojos horrorizados de sus sucesores. Desafortunado el último, quien debió precenciar la muerte de sus congéneres...

Yo seguía encadenado en el suelo, contemplando atónito el espectáculo. ¿Cómo era posible que devorara a sus propios sirvientes?... ¿Esa cosa tendría raciocinio o sería una bestia en toda la extensión de la palabra?... Todo esto me parecía tan extraño que estuve al borde del llanto.

Entonces, la bestia rugió de nuevo. Pensé que me devoraría a mí también. Sin embargo, comenzó a gruñir en el mismo tono en el que lo habían hecho sus presas.

-¿Qué...? ¡No entiendo nada!- Grité desesperado.

La creatura desplegó dos tentáculos más, que empezaron a palparme... era una sensación bizcosa y horrenda, se sentía como la baba de un caracol y olía como pescado pasado. Definitivamente pensé que era el fin.

Las guadañas... pensé... si tan sólo pudiera zafarme podría intentar defenderme de esa cosa al menos. Si... eso era. Comencé a luchar por escapar de ellas cuando un tentáculo se metió en mi oído izquierdo y el otro me cubrió los ojos.

Al principio fue asqueroso. No podía dejar de pensar en la sensación y el olor; pero pronto me dejé seducir por el mensaje. Quizás percibió que no captaba lo que me intentaba comunicar "verbalmente" e intentaba hacerlo de otro modo. Pude sentir que intentaba contarme una historia tan remotamente antigua que el ser humano no podría ni siquiera imaginar.

Por mi mente pasaron galaxias que aparecían y se colapsaban en lo que parecían milésimas de segundo. Entonces, se enfocó en una galaxia en concreto: probablemente de millones de años luz de extensión, de forma muy peculiar, parecida a una espiral ascendente. Luego se adentró más y ahora se centraba en un planeta, muy parecido a la Tierra actual; con el mismo color, la misma atmósfera, pero de alguna forma muy diferente. Luego se centró en un sitio de ese planeta, una península para ser concretos. Fue decendiendo hasta que llegué a visualizar una población.

Sus habitantes no eran otros que la misma raza de hombres-chacal que habían sido devorados ante mis ojos. Sin embargo, ninguno de ellos tenía quemaduras; eran como de dos metros y medio de alto, de porte orgulloso y rasgos estilizados. Los machos vestían túnicas de varios colores y las hembras complejos vestidos adornados ricamente con pedrería jamás vista.
Parecían una sociedad bastante compleja, aunque carente de tecnología como la conocemos. Quizás con a penas algunos siglos de antigüedad.

Dando un vistazo al interior de uno de sus complejos arquitectónicos, pude observar que se servían ricos manjares desconocidos para los ojos humanos en fastuosa abundancia. Mesas llenas de comida con varios de estos seres sentados a su alrededor. Dí otro vistazo al complejo de a lado y era una escena muy similar, como en todos los que alcancé a ver. Cuando de pronto lo que pareció una lluvia de cometas cayó al rededor de la próspera villa.

Afortunadamente y por azares del destino ninguna edificación pareció dañada en el lugar. Muchos curiosos corrieron a ver los cráteres y se toparon con misteriosas esferas de cristal con alguna suerte de lava de colores en su interior. La lava cambiaba de color caprichosamente, lo cual despertó el interés de muchos a aquellos objetos.

De pronto, el tiempo avanzó rápidamente, como si hubiera sido absorbido por un túnel y cuando salí de él pude observar la misma villa, pero ahora en ruinas, como si hubiera sido un pueblo fantasma. Incluso dentro de una residencia contemplé uno de esos banquetes, olvidado hacía mucho tiempo, en pleno estado de putrefacción.

Así que la visión me transportó a la plaza principal de aquella villa, de donde provenía el retumbar de unos tambores y unos cánticos repetitivos y enajenantes. En el centro, como en una columna pude observar las mismas esferas, como puestas en un altar, siendo adoradas por la multitud. A momentos escupían lava que caía hacia la multitud dejando muertos y heridos. Los muertos eran absorbidos por la muchedumbre que se peleaba por los restos carbonizados, mientras los demás continuaban con la misma danza macabra que los había visto hacer cuando se manifestaron la primera vez. Al menos ahora sabía el origen de aquél culto de seres grotescamente desfigurados por la lava...

Sentí horor, pero no pude evitar hacerle una pregunta a aquél ser hecho de tentáculos y múltiples ojos.

-¿Pero y esa historia?... ¿Qué conclusión debo sacar de ella?

A lo que la bestia respondió con algunos rugidos ininteligibles que ella me hizo favor de traducir.

-Ellos tienen mucho que ver contigo... alguien -los seres de lava atrapados en aquellas esferas- algún día les dijo... "ustedes son indignos de todos los placeres"... y ellos cometieron el error de creerlo y sumergirse en tremenda locura...

Sentí que los tentáculos me soltaban, volví a estar en el suelo, frente a aquél misterioso fuego, exhausto. Luego los párpados me pesaron demasiado para mantenerlos abiertos. Así que los cerré...

martes, 28 de abril de 2009

EA VI: Desde las sombras

"Después de los cuerpos van las sombras
Átomos dispersos que se encajan
en los pisos las paredes
que estallan en los bordes dilatándose
vuelven y se quedan en el mediodía
Van las sombras como cuerpos
Los cuerpos como viento"

'Sombras', poema de Jaime Augusto Shelley



-Calma... que las sombras no apaguen tu luz interior...- Escuchaba su voz, pero en verdad no la escuchaba, si no la sentía, como alguna suerte de telepatía.

Efectivamente, oscuridad. Nada había sino oscuridad; daba lo mismo tener los ojos abiertos que cerrarlos, nada se veía. No se sentía brisa alguna, solo frío. Vacío, silencio. Un lúgubre ambiente en el que lo único que captaban mis sentidos era el crujir de la arena bajo mis zapatos al caminar.
¿Caminar a donde?... No lo sabía... Daba lo mismo quedarse parado que seguir adelante. Todo era igual, todo se sentía igual de hueco, carente de sentido... escalofriantemente muerto.

Luego de algunos pasos sin si quiera vislumbrar nada al horizonte me resigné a sentarme en el suelo a esperar. No tenía caso alejarme del punto donde me había encontrado con ella. ¿Qué tal si 'aparecía' de vuelta y me dejaba atrapado en esta 'cosa'? Ya nada tenía caso.

Así que me puse a recordar cómo había llegado ahí; todas las veces que había sufrido por el maldito amor... Mala idea. Cada recuerdo que tenía tomaba forma, primero una tenue cortina, como una nube de humo, iluminada con 2 pequeños puntos rojos que parecían ojos... comenzaron a girar en una danza macabra al rededor mío, al ritmo de la tierra que comenzaba a retumbar con un ruido sordo, como un gruñido rítmico en sus entrañas.
Giraban cada vez más rápido mientras iban tomando forma, y ahora había un ruido metálico que las acompañaba; cada una de esas cosas tenía una guadaña y una cadena enrollada entre sus garras. Era espeluznante; me quedé inmovil, atónito... a la espectativa.

De pronto uno de ellos dejó de danzar. Se posó justo frente a mi. Se acercó a mí murmurando cosas en un lenguaje desconocido, gutural, con una voz de ultratumba. Era horrible. Su rostro parecía tener jirones de piel quemada por todas partes, de un color enfermizo. Abrió sus fauces llenas de dientes deformes, filosos y amarillos. Aspiró profundamente, como conteniendo la respiración. Estiró su brazo esquelético y me apuntó con una de sus garras, que se antojaba filosísima, a escasos centímetros de mi frente.

-¡¡AYÚDAME... MALDICIÓN!!... ¡¡¿POR QUÉ ME ABANDONAS?!!...- le grité a ella con todas mis fuerzas

-Nadie más que tú se ha abandonado... Nadie más que tú puede salvarte

Retrocedí horrorizado. Pero cuatro de ellos dejaron de danzar para cerrarme el paso. A pesar del forcejeo y los gritos de horror y súplica, dos de ellos me sujetaron los brazos por detrás y los otros dos las piernas. No tenía escapatoria y el que me había señalado flotaba lentamente, acercándose cada vez más. Me examinaba, como un depredador a su presa.
Desgarró un trozo de la manga de su túnica, que le cubría desde los pies hasta la cabeza, y me amordazó con ella, para callarme y seguir en paz. Entonces exhaló en mi cara. Su aliento era putrefacto, olía entre azufre y mierda. Notó que me dió asco y eso lo enfureció más.
Justo cuando empuñó su guadaña y se proponía a descargarla sobre mí, el sordo retumbar de la tierra se convirtió en un sismo fuertísimo. Se abrió una grieta inmensa y de ella salió un temible gruñido jamás escuchado; con la ira de una bestia hambrienta, pero que a la vez parecía humano.

De pronto esas criaturas extrañas dejaron de danzar, cubrieron sus rostros y se alejaron rápidamente en pánico. Las que me mantenían captivo, me amarraron prontamente con las cadenas mientras un ser de dimensiones colosales que apenas se alcanzaba a distinguir salía de la grieta.

El demonio de las sombras había despertado... y me encontraba cara a cara con él, sin poder ver absolutamente nada...

domingo, 15 de marzo de 2009

EA V: EL PRIMER PASO...

Tenía tanto tiempo sin verla, que no la hubiera reconocido de no haber sido porque se presentó en cuanto vio mi cara de desconcierto. Había olvidado su estatura y la mayoría de sus facciones; sin embargo jamás olvidé lo que realmente importa. Pudieron haber pasado años, vidas, milenios, eones... y mi corazón aún tendría una llama encendida que al crepitar susurarra su nombre.


-Hola... te había estado esperando... -me dijo en el el mismo dulcísimo tono de voz con el que siempre hablaba...


Y se hizo el silencio: No supe que responder. Alguna vez, no hace mucho le había jurado amor eterno, le había regalado mi vida y puesto mi corazón a sus pies... y ella tan sólo lo pisoteó, bailó encima de él para luego sonreirme socarrona e infantilmente, como una niña que rompiera toda la vajilla de mamá y luego pusiera su carita de inocente intentando evadir el castigo.

-¡¿Eso significa que...?!- No pude terminar la frase.


Me quedé helado. Si bien hacía casi 2 años desde que me destrozara el corazón, me habían llegado rumores que ella había fallecido en un accidente hace poco. En verdad quice saber la verdad para darle el último adios, pero nadie de sus familiares y amigos pudo o quizo ayudarme.


-No... o tal vez si...-Cortó mi silencio- ustedes los humanos tienen una muy peculiar forma de definir las cosas. Es dificil de entender, pero no existe diferencia alguna entre la vida y lo que ustedes llaman muerte.


Eso me confundió aún más. Recordé lo que había sucedido en la staja y me llevé una mano al pecho, para saber si había sido realidad o todo era parte de una especie de pesadilla. Sentí el latido de mi corazón y de algún modo me sentí un poco más aliviado, aunque eso empezaba a carecer de sentido. Ella simplemente sonrió compasivamente ante mi perplejidad.


-¿Pero si tú eres... quien yo pienso que eres... que no deberías estar... muerta?


Se rió tímidamente de mi pregunta. A este punto no entendía nada... Uno de los 2 debía estar muerto o todo esto era un truco muy elaborado de mi mente, tan real, que se me habían otorgado “funciones vitales” como la respiración entrecortada, la boca seca, el latido frenético de mi corazón y la intensa sudoración de mis manos.

-No estamos aquí para discutir quien soy yo... por ahora eso es irrelevante... más bien estamos aquí para que te encuentres a ti mismo...

-¿De qué rayos estás hablando?- Con todo y todo me empezaba a desesperar...

-¡Ay... tienes tanto por aprender!...-Meneó su cabeza de un lado al otro chasqueando la lengua y de pronto se esfumó en la oscuridad que súbitamente cubrió todo lo que antes veía.

-¡¡ESPERA!!... ¿QUIEN ERES?... ¿DONDE ESTOY?... ¿COMO SALGO DE AQUÍ?... ¡¡NO ME DEJES AQUÍ!!

-Tranquilo... deja que el sonido de mi voz te guíe... si logras responder esas preguntas, habrás dado el primer paso...

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EA IV: El lobo que escupió su propio corazón

Me bajé del estrado y me dirigí a la antesala de las habitaciones. Ahí un hombre me recogió todos mis bienes, que se reducian a una cartera con unos cuantos pesos y muchos recuerdos y mi inseparable libreta de apuntes. De inmediato me tomó los datos y los anotó en la bitácora

-¿Nombre?- Me preguntó aquél, con una voz casi militar

-Heinrich, Heinrich von Strauss

-¿Edad?

-18 años

-¿Alergias?

-Acido acetilsalisílico y al chocolate

-¿Es o ha sido homosexual alguna vez?

Ok... lo de las alergias se perdona, luego sabrán porque. Pero la pregunta de la homosexualidad si me sacó de onda. ¿Será que no les dan rehabilitación por su condición?... yo creo que ellos merecen terapia igual que todos, aunque pensándolo bien, así es mejor... uno está con sus compañeros de staja toda la noche y sin vigilancia... debe ser uno de esos lugares en los que pocos quisieran estar...

-No

-¿Adicciones a otra sustancia que no sea el enamoramiento?

-No

-Tome estas pastillas, las instrucciones están en la etiqueta. Vaya a los cuartos. Su habitación es la 5 y le toca la cama 45.

Tomé el frasco que se rotulaba "Resignotol". Decía que había que tomarse una cada noche. Había un vaso con agua en la mesita de a lado de cada cama, así que en cuanto llegué me tomé la dosis que me correspondía. Pensé que esa pastilla me volvería a la normalidad o al menos me regresaría un poco de conciencia.

Al momento de ingerirla no pasó nada, pero unos cuantos minutos después... ¡Oh, amigos! Me encontraba en el suelo de la staja como si me hubieran propinado un rodillazo en las costillas. El dolor, el mareo, las nauseas y unas terribles ganas de vomitar.



-¡¡Ahhhh... que alguien me ayude!!- Gritaba yo mientras me revolcaba en el piso, sudando y tembloroso.



Nadie acudió en mi auxilio y después de unas arcadas, me liberé del dolor habíendo dejado mi estómago limpio en un sólo y agónico movimiento... o al menos eso pensé.

Cuando logré enfocar de nuevo, vi el charco a lado de mi, ¡Oh... hermanos! Fue horrible... lo que pensé que era sólo una laguna de vómito, tenía una forma de corazón... pero no de esos que ponen en las tarjetas, si no un corazón anatómicamente perfecto, con las venas y arterias palpitando armoniosamente sus últimos compases

Eso no tenía sentido, pensé yo... si hubiera vomitado mi corazón no podría estar narrando esta historia. ¿Pero que había pasado entonces?... Caí inconciente entre el dolor y la angustia de haber escupido mi propio corazón...

EA III: Internación en la Staja No. 84 F

-Y ni siquiera tenías que mencionarlo... Por el estado en el que estás se podría decir a simple vista que estás hasta el tope de enamoramiento... y ese olor tuyo a angustia y derrota no te ayudan nada...

Las risas generales estallaron en todo el auditorio.

Ese era el director de la Staja número 84 F hablando por el otro micrófono que había en el estrado. El señor Kozlov podía llegar a ser un verdadero bastardo... burlándose de la desgracia ajena de quien llegaba a pedir ayuda.

-Pero dime, Heinrich... ¿De donde vienes?

-Vivo a unas cuadras de aquí, señor...

-Nonono... no donde vives... ¿De donde vienes?... Seguramente estabas tirado en uno de esos bares clandestinos... inconciente en el suelo...

El director cerró los ojos en una mueca de dolor, sacando la lengua, como escenificando sus palabras y las risas estallaron de nuevo. Esto empezaba a desesperarme, pero ¿Para que más que la mera verdad? Mi estado era realmente lamentable... Pude haber estado enamorado por meses. En serio no recordaba cuando había empezado aquella vez.

-Llevo años en este negocio -continuó Mr Kozlov- y todas las historias tienen ese común denominador. Estoy seguro que muchos de ustedes aún sienten arcadas cuando recuerdan como llegaron aquí... Una mujer joven les encantó los sentidos y al momento siguiente estaban arrastrándose en el suelo por ella lamentando el porque no podían tener relaciones con ella... Dime hijo, ¿Es ese tu caso?

-Más o menos, señor...

-¿O sea que sí pudiste anotar con ella?- En el rostro de cerdo del señor Kozlov se dibujó una sonrisa perversa que junto con su barba santaclosera en verdad daba un efecto muy perturbador.

-No señor, me refiero a que yo no soñaba con eso... -Mientras contaba esto noté como se hacía uno silencio incómodo en el auditorio, como si nadie supiera de lo que estaba hablando-... Yo sólo soñaba con pasarla bien con ella, tomar su mano y llevarla a la felicidad...

-Hijo... en verdad estás grave... en todos estos años jamás había escuchado algo más ridículo...

El señor Kozlov estalló en risa al punto de que hasta su horrenda calva se puso roja y su panza se mecía grotescamente al ritmo de su risa enfermiza. Por supuesto que todo el quorum también estaba estallando en carcajadas. Yo rojo de furia y aún en un estado un tanto perdido... Un auténtico show de horror.

-Ay... ay... -aún limpiándo las lágrimas de risa de sus ojos de sapo- perdón hijo, esque en serio no me pude contener. Dime... ¿Alguna vez has follado con alguien?

-No señor... -No sé porque fui sincero, en verdad me arrepentí de haberlo hecho.

-¿Cuantos años tienes?

-18

De nuevo... todos estallaron en risas... era el colmo, amigos... debí salir de ese lugar en ese momento, pero por alguna extraña razón las piernas no me respondían

-Hijo... a esa edad yo ya me había tirado a todas mis compañeras de la facultad, digo... perdonen la expresión, pero creo que muchos de los presentes ostentarán records similares... No te preocupes... en este lugar, a parte de quitarte esa dantesca y aberrante adicción al enamoramiento, como terapia ocupacional te enseñaremos todo lo que debes saber de las conquistas... pronto no quedará una sola virgen en kilómetros a la redonda...

El público aplaudía como loco. En serio me sentí asqueado por ese discurso... pude haber vomitado todo lo que sentía por él en una oleada de vituperios altisonantes, pero lo único que atiné a decir, fue...

-Si señor, se los agradezco mucho.

-Ok, hijo, bienvenido a tu nueva vida, ¡¡Pasa a la trastienda para que te registren y te asignen una cama y que pase el siguiente!!...

EA II: Buscando...

ASÍ PUES, LUEGO QUE CERRARON LAS PUERTAS DEL BAR, ME QUEDÉ TIRADO EN EL CALLEJÓN QUE DABA A LA PUERTA TRASERA, A ESPERAR A QUE EL SOL VOLVIERA A APARECER Y A SENTIRME UN POCO MÁS CONCIENTE DE LO QUE HACÍA PARA LLEGAR A MI HOGAR.

HACÍA FRÍO AQUELLA NOCHE, ASÍ QUE AGARRÉ TODO EL PERIÓDICO Y BASURAS QUE PUDE ENCONTRAR PARA ENCENDER UNA PEQUEÑA FOGATA EN LO QUE ME AGARRABA EL SUEÑO. ¡OH, INCLEMENTE EBRIEDAD!...

Y AHÍ ESTABA, TODA LA IRONÍA DEL MUNDO EN UN AVISO OPORTUNO, QUE BIEN LE HACÍA HONOR A SU NOMBRE... UN GRAN LETRERO DE EA (ENAMORADOS ANÓNIMOS), JUSTO LO QUE ESTABA BUSCANDO.

“DIOS NOS CONCEDA SERENIDAD PARA ACEPTAR LAS COSAS QUE NO PODEMOS CAMBIAR...
VALOR PARA CAMBIAR LAS QUE PODEMOS
Y SABIDURÍA PARA RECONOCER LA DIFERENCIA...

¿CONOCE A ALGUIEN QUE TENGA PROBLEMAS CON SU MANERA DE BUSCAR RELACIONES? ¡PODEMOS AYUDARLE!... TEL. 01800 332378466 ”

-"¡VAYA!... IRÉ A BUSCAR AYUDA AHORA MISMO"

ASÍ QUE EN EL ESTADO EN EL QUE ME ENCONTRABA ME ARRASTRÉ AL CENTRO DE AYUDA MÁS CERCANO Y DE INMEDIATO ME RECIBIERON...

-MI NOMBRE ES HEINRICH... Y SOY ENAMORADO...

COMENCÉ POR PRESENTARME ANTE LA AUDIENCIA DE ESA MADRUGADA...

-HOOOOOOOOOOLA HEINRICH...

CONTESTARON AL UNÍSONO VOCES CON ÁNIMO DE CORAZONES VACÍOS Y DESINFLADOS...

EA: Soliloquios

AQUÍ ME ENCUENTRO DE VUELTA EN EL MISMO BAR... SE ME ACABÓ LA BOTELLA Y NO QUE QUEDA MÁS QUE PAGAR LA ELEVADA CUENTA Y REGRESAR A CASA A SOBREVIVIR UNA VEZ MÁS LA CRUDA.

PERO NO, NO HABLO DE UNA BOTELLA DE VINO O DE TEQUILA... LE ACABO DE VER EL FONDO A ESA BOTELLA QUE USUALMENTE ROTULAN "ENAMORAMIENTO"... ROGUÉ AL CANTINERO QUE ME SIRVIERA UN POCO MÁS, QUE ME LA ANOTARA EN LA CUENTA. PERO LA LISTA ES LARGA Y LA FORMA DE PAGAR, LA MÁS AMARGA...

¡OH... BIENAVENTURADOS LOS QUE LA PUEDEN TENER A LA HORA QUE SEA!... VIVAN SU DICHA... QUE LA CRUDA ES LA PEOR ENEMIGA. SE ACABA EL ENCANTO, TE CIERRAN EL BAR Y NO HAY DE OTRA QUE QUEDARSE TIRADO EN UNA ESQUINA...

¡OH... SOLEDAD, MI ETERNA NÉMESIS!... ME LO HAS DADO TODO Y ME HAS NEGADO LOS MÁS ELEMENTALES PLACERES DE LA VIDA... PERO QUE MÁS SE PUEDE HACER SI NO CEDER ANTE LOS CAPRICHOS DEL DESTINO Y HACER BUENA PINTA CON UN "SUELE PASAR" EN LOS LABIOS Y EL CORAZÓN TULLIDO DE RESIGNACIÓN...

¿POR QUÉ EN LO ÚNICO QUE POSO ESTOS LABIOS MARCHITOS ES EL FRÍO CUELLO DE ÉSTA BOTELLA?...

ES MÁS... LA PREGUNTA DEBERÍA SER... ¿POR QUÉ?... ¿POR QUÉ LO HAGO?... ¿POR QUÉ ME LEVANTO DESPUÉS DE CADA CAÍDA EN VEZ DE DEJAR QUE LA MUERTE ME ARRASTRE?... ¿QUÉ ES LO QUE EN VERDAD QUIERO DEMOSTRAR?... ¿POR QUÉ SEGUIR PELEANDO?... ¿POR LA LIBERTAD DE ELEGIR ESTRELLARME CONTRA LA PARED?... ¿ES POR SALTAR PARA ENCONTRAR LA VERDAD Y SÓLO CAER AL VACÍO?... ¿PARA ENCONTRAR LA PAZ?... ¿PODRÍA SER POR LA FALTA DE AMOR PROPIO Y LA ESPERANZA DE ENCONTRARLO EN ALGUIEN MÁS?...

ILUSIONES... ERRORES DE PERCEPCIÓN... CONSTRUCCIONES TEMPORALES DE UNA MENTE OCIOSA TRATANDO DESESPERADAMENTE DE ENCONTRAR ALGÚN SENTIDO A SU EXISTENCIA SIN RAZÓN NI PROPÓSITO... TODAS TAN ARTIFICIALES COMO LA ESPERANZA MISMA...

YA DEBERÍA DE HABERLO VISTO... NO ES POSIBLE GANAR ESTE JUEGO... ES INUTIL SEGUIR INTENTANDO... PERO ¿QUIEREN SABER POR QUÉ PERSISTO?

-PORQUE YO LO ELIJO...

AUNQUE NO ESTÉ DISEÑADO NI FÍSICA, NI ESPIRITUALMENTE PARA EL AMOR... ELIJO SEGUIR... PORQUE AÚN ME AFERRO A LAS ESPERANZAS EN QUE UN DÍA EL "SUELE PASAR" SE VUELVA UN "POR FIN HA PASADO"...

POR LO MIENTRAS... "LA CUENTA POR FAVOR"...

SERÁ UNA LARGA Y PESADA REHABILITACIÓN. DEBO EMPEZAR A BUSCAR UN "EA" (ENAMORADOS ANÓNIMOS) AL MOMENTO...